¿Alguna vez has sentido que cuando estás a punto de decir algo, la gente te juzgará?
¿O que la gente ya te juzga cuando entras en la habitación?
Esto es un pensamiento recurrente en muchas personas:
“Me resulta difícil iniciar y continuar conversaciones, y me preocupa que todo lo que estoy haciendo sea juzgado por los demás”.
Mi recuerdo más fuerte de esto fue en una cena con otros propietarios de startups. No había logrado tanto como ellos, y me sentía como un fraude.
La forma en que me miraron confirmó que estaban sobre mí. (Al menos, eso es lo que sentía).
Hoy, sé que mi cerebro hizo su propia interpretación de su apariencia.
Si alguien tiene una mirada escéptica, no hay forma de saber si realmente es escéptico, si está cansado, si sus pensamientos están en otra parte o si es solo su cara de escucha.
Lo que SÍ sabemos es que nosotros, los que estamos ansiosamente inclinados, sobreestimamos enormemente cuánto nos juzgan los demás.
A la gente simplemente no le importan mucho los demás. Están demasiado ocupados con sus propios pensamientos, al igual que tú y yo estamos ocupados con los nuestros.
De hecho, un estudio reciente en 100 niños mostró que aquellos que estaban más ansiosos socialmente eran “hipersensibles” a cometer errores cuando otros los estaban mirando.
Ese estudio tenía mucho sentido para mí:
La causa principal de la ansiedad social es tener demasiado miedo de ser juzgado por nuestros errores.
Puede ser porque tuvimos padres que nos regañaron por nuestros errores o tal vez lo pasamos mal en la escuela.
Imaginemos este escenario en una cena con amigos o colegas:
Conozco a un tipo en esa red de negocios que es rico, exitoso y alto. Pero a nadie le cae bien, porque es un engreído.
Al otro lado está uno de mis mejores amigos aquí en mi ciudad. No es rica, ni exitosa, ni alta. Es bastante torpe y un poco tímida. Todo el mundo la quiere.
¿Por qué?
Porque es humana y se puede relacionar con ella.
Lección aprendida:
Tener defectos nos hace humanos y cercanos.
¿En qué situaciones te sientes juzgado por los demás? ¿Cómo lo afrontas? ¡Házmelo saber en los comentarios!